Hace apenas diez días recordaba en este blog y otras redes a mi amigo y maestro de cestería Antonio Yáñez. En estas estaba cuando el sábado pasado me informaron de que había fallecido esa misma noche. En medio de la congoja, pensé: Se ha estado despidiendo.
La última vez que visité a Antonio fue en Febrero del año pasado; hacía bastante tiempo desde la anterior ocasión y le encontré muy desmejorado. Las conversaciones, -escasas porque predominó el silencio, ese silencio que tanto sabe decir- sonaban, de alguna manera, a despedida: si no de la vida, sí de una vida. Mientras comíamos en un restaurante nos habló, entre otras cosas, de sus años de 'alimañero', cuando cazaba con trampas pequeños animales para vender sus pieles; o de los tiempos en que se levantaba de noche con su padre y hermanos para llegar a los montes al amanecer y aprovechar el día cortando varas de avellano: eso si que era bonito, aseveraba con el rostro iluminado por el recuerdo. Ya no vivía en su casa, ahora estaba en la residencia para ancianos de una villa cercana y costó bastante que se animase a visitar de nuevo con nosotros (me acompañaba mi hermano) su pueblo. De vuelta, tras parar como había sido nuestra costumbre a tomarnos una cerveza en la cantina de S. Cristobo, llegó el momento de despedirnos. Un fuerte abrazo, nada más. De un impulso, volví a coger la cámara de vídeo (había estado grabando muchos momentos de aquel encuentro) y filmé su entrada en la residencia, su adiós sin palabras. No volvimos a vernos.
Pues hasta otro día que volvas por ahí, le dijo una vecina como despedida tras la visita de ese día al pueblo. Quen sabe cando volverei, respondió él. Sea cuando sea, hasta la vuelta, Antonio.
Nota: Vuelvo a dar noticia del vídeo que grabé a Antonio siguiendo el proceso de fabricación de sus cestas y lo que detrás de ello había. En este caso, sólo para informar que lo he vuelto a subir a vimeo con mayor calidad. https://vimeo.com/204613699
La última vez que visité a Antonio fue en Febrero del año pasado; hacía bastante tiempo desde la anterior ocasión y le encontré muy desmejorado. Las conversaciones, -escasas porque predominó el silencio, ese silencio que tanto sabe decir- sonaban, de alguna manera, a despedida: si no de la vida, sí de una vida. Mientras comíamos en un restaurante nos habló, entre otras cosas, de sus años de 'alimañero', cuando cazaba con trampas pequeños animales para vender sus pieles; o de los tiempos en que se levantaba de noche con su padre y hermanos para llegar a los montes al amanecer y aprovechar el día cortando varas de avellano: eso si que era bonito, aseveraba con el rostro iluminado por el recuerdo. Ya no vivía en su casa, ahora estaba en la residencia para ancianos de una villa cercana y costó bastante que se animase a visitar de nuevo con nosotros (me acompañaba mi hermano) su pueblo. De vuelta, tras parar como había sido nuestra costumbre a tomarnos una cerveza en la cantina de S. Cristobo, llegó el momento de despedirnos. Un fuerte abrazo, nada más. De un impulso, volví a coger la cámara de vídeo (había estado grabando muchos momentos de aquel encuentro) y filmé su entrada en la residencia, su adiós sin palabras. No volvimos a vernos.
Pues hasta otro día que volvas por ahí, le dijo una vecina como despedida tras la visita de ese día al pueblo. Quen sabe cando volverei, respondió él. Sea cuando sea, hasta la vuelta, Antonio.
4 comentarios:
Era tío carnal mío 😖, gran persona, nunca le hizo daño a nadie, siempre podías contar con él para lo que fuese y le recuerdo con añoranza cuando era más joven y venía a visitar a su hermana (mi madre) y resto de familia a Gijon, le encantaba perderse por las calles de nuestra villa, un gran golpe para la familia, como otras personas que ya se nos han ido, hasta siempre tío Toño 💋💓
Gijón, y la familia que tenía allí, era algo de lo que me hablaba en ocasiones con mucho cariño. Antonio queda en nuestros corazones para siempre. Un abrazo, Curuxa para ti y tu familia. Gracias por tu conmovedor comentario.
Gracias a ti tuve la oportunidad de conocerlo. Siempre alegre de recibir visitas y de compartir su sabiduría. Un abrazo enorme. Andrea
Ya sabes, "uno sólo tiene aquello que da", dice la canción. Un abrazo, Andrea (de Ponferrada, supongo!).
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