lunes, 26 de septiembre de 2011

Vuelta a la saranda

Lo había intentado varias veces en otras estancias en Guardamar: localizar a Manuel 'el coxo', el último pescador, según me habían contado, que hacía las sarandas . Imposible. Esta vez, nada más llegar volví a la carga y.. ¡premio!, encontré a Manuel en su casa y me la abrió de par en par. A la entrada, colgada de una pared, una magnífica saranda sin estrenar me mantenía como 'estrábico', con un ojo mirando al Sr. y con el otro pendiente de ella. “Ya no hago sarandas”, me contó, porque “no puedo sentarme en el suelo, y para hacerlas hay que sentarse en él”. Intento convencerle varias veces pero es evidente que no puede. Me hubiera encantado grabarle haciendo una y recoger así su forma de trabajar y todo lo que al paso fuese contando, pero...
“Pues si el no puede, quizás yo sí” pensé, así que le propuse que me enseñase. Tampoco por ahí parecía fácil conseguir nada porque, según me contó, ya otros lo habían intentado -incluso sus hijas- y lo habían dejado por imposible. Pero insistí, insistí un montón (sin ponerme pesao, eh!) y al final, con buen humor y cariño, le convencí. “Lo primero, tienes que ir a arrancar los juncos a las salinas de La Mata”, me dijo. “¡Pero si las salinas son zona protegida y no se puede!”, contesté. “¡Bah!, si viene el guarda le dices que son para mi y ya está”. Y lo segundo, que debía de hacerme con un cordel especial que utilizan los pescadores para remendar redes del que me dio una muestra. La entrevista iba finalizando cuando, de un pronto, el Sr. Manuel me suelta que si me interesa la saranda (se ve que se había percatado de mi sufrido ojo) que me la vende: “Me daban 600 € y no la vendí”, (me suena a que me va a pedir una pasta y respiro hondo) “pero mira, la verdad es que no necesito el dinero y tu me has caído bien, así que te la vendo por 100”. (“¿Cooómo?”, me digo a mi mismo, ¡eso es un regalo!). “¿Cooómo?”, suelta su hija que le ha oído desde la cocina, “Papá, como mínimo 200, que eso lleva muchísimo trabajo”. Rifi-rafe entre padre e hija que soluciono salomónicamente con un “ni pa uno, ni pa otro, 150 y todos contentos”. Y todos contentos.
En fin, que más feliz que unas pascuas me despido hasta otro día, avisado por el Sr. Manuel de que no diga a nadie nada de la venta y pensando que si me ven por Guardamar con la saranda me van a colgar porque son muchos (restaurantes, pescadoras, amigos y conocidos de Manuel, etc.) los que andan a la 'busca y captura' de una y al final, la última que quedaba, se la lleva este ¡'foraster'! La escondo como puedo y con nocturnidad y alevosía la guardo en casa.
La cosa es que al día siguiente me encuentro 'delinquiendo', es decir, arrancando los juncos y cruzando los dedos porque no aparezca el guarda y me ponga una multa por, en el fondo, intentar recuperar una tradición de la zona. Bueno, eso tampoco sería una novedad, ya en otra ocasión y por motivos semejantes me querían llevar a la policía (algunos lo recordaréis). Hubo suerte...y espero que también la haya cuando vaya a comprar el cordel que me dijo el Sr. Manuel, pues en una tienda que pregunté me dijeron que “andar con ese hilo era peor que traficar con drogas”. Confío en no acabar entre rejas por intentar aprender a hacer sarandas.
English version by Nacho Gil
Back to the saranda (1)
I had tried it several times in other houses of Guardamar: Find Manuel ‘the coix (2)’, last fisherman, as they had told me, who made ‘sarandas’. Impossible. This time, just after arriving, I went back to the charge and… The prize!, I found Manuel in his house and he opened it wide. At the entrance, hanging on a wall, a magnificent ‘saranda’ not yet used, kept me as ‘the squint’, with an eye to Mr. and the other on her (3).
“I don’t make anymore sarandas”, he told me, because “I can’t sit myself on the floor, and for making them, one has to sit on it”. I try to convince him several times but it is clear that he can’t. I would have loved to record him making one and gather thus how he works as everything that would be told by the way, but…
”If he can’t then, maybe I would”, I thought, so I suggested him to teach me. Neither in this way seemed easy to reach anything because, as he told me, others had already tried it -even his own daughters-, and they had given it up as impossible. But I insisted, I insisted a lot (though not getting annoying, eh!) and at the end, full of humor and affection, I persuaded him. “First, you must go to rip out rushes at the salt marshes of La Mata”, he said. “But if the salt marshes are nature reserve and it’s not allowed to do it!” I answer. “Bah! If the guard comes, tell him they’re for me and that’s it”. And second was, that I had to achieve a special rope used by fishermen to mend networks, from which he gave me a sample. The interview was coming into an end when, all of a sudden, Mr. Manuel let out that if I’m interested for the sieve (it’s clear that he had noticed my suffered eye), that he sells it me: “They gave me 600 € and I didn’t sell it”, (it sounds to me that he’s going to ask me for a big dough (4) and I take a deep breath) “but look, the truth is that I don’t need the money and I’ve liked you, so I sell it to you for 100”. (“what?!!”, I ask to myself, that’s a gift!). “What?!!”, let it out her daughter who has listened from the kitchen, “Dad, at least 200, that brings a lot of work”. A riff raff between father and daughter which I resolve in solomonic way with a “neither for one nor for the other (5), 150 and all of us happy”.
Anyway, happy as a clam I say goodbye until the next day, warned by Mr. Manuel that I shouldn’t say a word to anybody about the selling and thinking I’m going to be hanged if they see me with the ‘saranda’ by Guardamar, because they are many (restaurants, fishermen, friends and acknowledges of Manuel, etc.) those who go in ‘search and capture’ of one, and finally, this ’foraster’ (6)! brings with him the last one. I hide it as I can, and put it away at home with premeditation and nocturnality.
The thing is that next day I find myself committing a crime, I mean, pull up rushes and crossing my fingers for the guard does not show up and fining me for, in the end, try to recover a tradition from that place. Well, that wouldn’t be either a new thing, as yet in other occasion and for similar motives they wanted to bring me to the police (some of you may remember it). There was luck then… as I hope there will be also when I go to buy the special rope that Mr. Manuel said to me, because in a store where I asked for it, they told me that “walking down with that thread was worse than drug traffic”. I hope not to end up in jail for trying to learn how to make ‘sarandas’.
(1)In Spanish also: ‘zaranda’ or ‘criba’. In English, ‘sieve’, ‘sifter’ or ‘mesh’. In this case it would be a kind of strainer with a broad mesh made of reeds.
(2)A Catalan word. In Spanish: ‘cojo’, ‘lame’ or ‘lame’ person in English.
(3)There could be here a play on words and meanings, since the sieve (saranda) in Spanish has a feminine gender: ‘la saranda’.
(4)“una pasta”, in this context: ‘too much money’. Translation of: “ni pa uno, ni pa otro”, slang or informal speech.
(5)Popular expression, overall in Andalusia, where it is very common saying: ‘pa’ instead of ‘para’.
(6)Transcription of a term used in local oral speech. Contraction derivative from the word ‘forastero’, in English: ‘outsider’.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Nowy Tomysl, Constanze, Michelau

Pues nos montamos en la furgo y nos las piramos a Nowy ... (qué nombre tan difícil), en Polonia. Joan Farré y el que escribe habiamos sido invitados a participar en el macro festival cestero que hacen allí cada dos años y, sin pensarlo mucho, aceptamos. Dos mil kilometros de carreteras son muchos para hacer en dos días así que llegamos un poco reventaos. Nowy tiene las calles repletas de piezas cesteras: maceteros, fachadas de los comercios,...y se precia de tener el mayor cesto del mundo, que está enclavado en un parque del centro de la villa. En el festival, muchísima gente y cesteros de un montón de países, especialmente del este europeo aunque también los había de bastante más al sur. Muy interesante contactar con ellos y conocer de cerca sus técnicas, cestos y formas de trabajo. El mimbre es por esas tierras el rey, aunque como siempre, hay 'insurgentes', en este caso del tipo de los juncos, la paja o la madera rajada.
Joan llevaba piezas para vender; bueno, vender es un decir, porque los precios de la cestería de aquellos lares son tan bajos que no hay nada que hacer. Vista la actitud del público nos dieron ganas de poner un cartel en el stand con el slogan: PRECIOS DE RISA, y es que no os podéis figurar lo que se reía la gente cuando les decíamos lo que valían los cestos.
Además de eso, los dos íbamos a participar en el certamen realizando las piezas a concurso 'in situ'. ¡Cuántos cesteros trabajando a la vez! A veces abrumaba un poco y uno hubiera deseado tener más tiempo para detenerse tranquilamente con los compañeros.
No esperábamos premios (al menos yo) pero mira tú por dónde a los dos nos cayeron cosas: segundo premio en la modalidad artística a Joan por estos magníficos cestos 'espiraos',y dos pa´l menda: un tercero en modalidad cestos y el especial del Ministerio polaco de Agricultura, por el hórreo con que concursé.
A la vuelta nos detuvimos un par de días en Berlín. Cerca del hotel donde dormimos había un viejo cementerio del 'Berlín este', tenía un aire especial, como antiguo. Un paseíto por él y una sorpresa: al fondo de un un recodo atisvo una cruz de mimbre: allá que voy, ¿dónde me llevará esta vez la cestería? Al llegar me encuentro una parcelita presidida por la cruz y una escultura con un nombre y una fecha: Constanze Uhrig. 1980 - 2002 (1). Hay también un árbol del que cuelgan corazoncitos de madera con nombres (¿de amigos?) y bolas de mimbre. Un seto rodea un montón de flores muy cuidaditas y un banco. El lugar empieza a atraparte, parece como si ahora 'el recodo' fuera el resto del cementerio, y esta parcelita el gran mundo. Como pidiendo permiso entro a sentarme en el banco y ahí, en el suelo y mirándote, descubro la foto enmarcada con la carita de una preciosa joven que sonríe. De pronto algo en uno se rompe y deja salir un amor desaforado que no entiende de vida y muerte; te abrazas a Constanze imposiblemente, de la misma manera que a este rinconcito tan inmenso y a quien lo haya creado.
En Michelau está el Deutsches Korbmuseum (Museo alemán de la cestería) y, como nos pilla casi de paso, nos acercamos a visitarlo. Cerca (en Lichtenfels) están también la Escuela Estatal de Cestería de Alemania y el Centro de Innovación que trabaja mucho en líneas provenientes de las técnicas y materiales cesteros. El museo está ubicado en un caserón muy bonito y dispone de una colección de cestería del mundo muy grande e interesante, harían falta varios días para verla detenidamente. Una buena parte de la colección está dedicada a la cestería alemana y en especial a la que se desarrolló aquí a partir de finales del siglo XVIII, una cestería que destaca por el finísimo uso de la tireta de mimbre y la elaboración de piezas que podríamos denominar 'de lujo', perfectamente realizadas y que te asoman a un mundo cestero de impresionante minuciosidad. Muy recomendable visita. Como también lo fué acercarse al Centro de Innovación, donde muy atentamente nos enseñaron los prototipos en que han venido y vienen trabajando, algunos de ellos, como decía, muy inspirados en la cestería. Asombra ver el cuidado y respeto que profesan aquí al oficio y contrasta con la absoluta dejadez e/o ignorancia con que, mayoritariamente, se le trata por estas tierras en que nos toca vivir.
(1) Site que aparecía en una tarjeta a los pies de la foto de Constanze. 'Traducida' por google.