martes, 28 de junio de 2016

La bella bestia

- Mira -el bruto y encallecido pulgar derecho que me muestra tiene un profundo corte que le recorre a todo lo largo del dedo-. Me clavé el otro día una astilla y al final tuvo que sajármela el médico.
- ¿Cómo fue? ¿Rajando madera?
- Claro.
-¿Cuántos días llevas?
- Unos cuantos ya. ¡Y lo que me queda! Este año tengo más de dos arrobas de castaño.
Fotos, video, conversación: toda la mañana grabando su bárbaro trabajo abriendo madera.
- ¡Tómate una cerveza con nosotros, Andares! 
El vecino dice que sí pero su mujer no le deja. Se lo lleva.
- Ves, eso es estar casao. Vamos a tomarla nosotros. 
Un botellín son media docena para él. Y tres o cuatro cigarros seguidos.
- Cómo quema la cabrona de la madera.
- ¿Y hay que rajarla según sale del horno? 
- Claro, si no, abre peor. No veas el tirón que hay que dar, así que si se enfría no te digo ná.
El volumen de la radio, permanentemente encendida, destroza los tímpanos.
- Es que soy un animal. Pa´ tó soy igual. No tengo medida. Vámonos a comer. 
Antes, aperitivo y otros cuatro o cinco botellines que bebe como agua. Invita a cualquiera que llega al bar, incluso a los camareros.
- ¡Tómate algo!
- Pero si no me apetece.
- Tómate algo o no te pago.
La dependienta sonríe y bebe.
Hay silencio en el comedor del restaurante. La gente, así como muy fina, habla bajo.
- ¡A ver jefe, viene p´acá o qué!
- Ese está bebido -se dicen los comensales con los ojos-.
-No son muy cariñosas las miradas que te están echando, eh!
- Bah! Que yo ya m´he muerto y sé quién m´ha llorao!
Insiste en levantar la voz y ser un pelín faltón con el camarero.
Su mirada se clava en la mía y lo dice: estoy provocando. A nadie. Probablemente es sólo algo contra la sangrante falsedad de este mundo.
- ¡Vamos, hombre!
Tras su despectiva mirada en nuestra dirección, ufano, el papá de la mesa de al lado, transmite al churrumbel toda su sabiduría. El es adulto, sabe, tiene convicciones y aprovecha la vehemente admiración del nene por ese tipo de ahí arriba que es su papi para hacérselas tragar. Las dudas y contradicciones que toda esa seguridad alberga que se las coma el chaval como pueda hasta que, él mismo, se deshaga de ellas pasando el testigo a su futuro vastaguito.
- Parir es la experiencia más profunda e importante de la vida. -Le suelta la mamá a su amiga, acompañando la frase de la habitual mirada perdida en un mar de sentimiento barato y autocomplacencia-.
- ¿No vas a comer las patatas?
- No 
- ¿Ni el tomate? Échamelo a mí. 
Y más, y más vino.
- Porque trabajo sentao y me pondría demasiao, si no, podría seguir comiendo sin parar. Qué animal soy. ¡Trae unos chupitos!
Y tras esos, otros. Invita él, pero pago yo porque ya se ha fundido todo el dinero que llevaba.
Hemos regresado al taller. A vuelto a encender el horno y abrir unos palos.
- Lo que tu quieras, claro.
Impaciente como un niño,  me recuerda que a las seis he quedado en llevarle en el coche a una cita.
Carretera secundaria, sol impío y nube de polvo reseco al aparcar.
- Entra, que te voy a presentar a mi novia.
Los trinos de los pájaros entre los desamparados árboles de la esplanada dejan paso al perfume malo del sórdido local de alterne.
- Dame un euro para un café.
- Y a mi, otro. Y otro para mi amiga la rubia.
Las chicas le han rodeado nada más entrar. El reparte queriendo creerse apreciado y sonriendo con un punto de rubor.
- Te presento a mi amigo.
Su novia me da dos besos mientras le toca la entrepierna a él. No hay otros clientes en el lugar. Las damas van y vienen, hacen corros o miran solitariamente a la pantalla donde se emite el "salsa rosa" de turno. Toca esperar y huele a desidia.
- Vamos a ehar un cigarro fuera.
- Qué chicharrera, al menos en la cueva esa se estaba fresco.
- Déjame veinte euros.
- Vale, pero con eso no te va a llegar para nada.
- Llega. No me des más que me lo gasto. 
- Bueno, yo me voy ya, he quedado y no quiero...
- Y yo me quedo. A que me quieran.
Un velo de vaho en las niñas de los ojos traiciona su impostada hombría.
- ¡Ya te los devolveré!

miércoles, 22 de junio de 2016

Cursos y actividades para julio y agosto

Si no hay novedad, este verano los cursos y las actividades me tocan fuera de España. Aquí os va la información tanto para los amigos de por Europa como para si hay alguno de los de acá que le vaya bien y le interese.

CURSO DE CESTERÍA CON MIMBRE. CONSTRUCCIÓN DE ESTRUCTURAS CON MIMBRE. 
Lugar: Cerdeira Village Art & Craft. Lousa (Portugal)
Fechas: 14, 15, 16 y 17 de julio
Más información e inscripciones: https://www.facebook.com/events/288400011497268/
CONFERENCIA Y EXPOSICIÓN "MÁS QUE CESTOS. CESTERÍA POPULAR ESPAÑOLA". CURSO DE CESTERÍA DE ESPARTO: RECINCHO DE SEIS RAMALES.
Lugar: Korbmacher-Museum de Dalhausen (Alemania) 
Fechas: Inauguración de la exposición y conferencia día 23 de julio. Curso, días 25 y 26 de julio.
Más información e inscripciones: http://www.flechtsommer.de/Kurse.html
CURSOS DE CESTERÍA DE ESPARTO: RECINCHO DE TRES RAMALES. CONFECCIÓN DE ALPARGATAS
Lugar: Escuela nacional de cestería de Lichtenfeld (Alemania) 
Fechas: 11,12, 13 y 14 de agosto.
Más información e inscripciones: http://www.sommerakademie-flechten.de

martes, 7 de junio de 2016

Recinchos

Ando estos días describiendo las técnicas de cestería de esparto para incluirlas en un libro que, si no agoto la paciencia de mis compañeros, publicaremos conjuntamente José Fajardo, Jesús Quintero, Alonso Verde y el menda.
Toca el recincho, una técnica muy extendida por el sudeste peninsular, y comienzo por el más elemental de los tipos que conozco: el de tres ramales.
Relativamente sencillo, responde a la idea de una trenza que aparca uno de sus cabos -a fin de que le sirva de anclaje a la siguiente vuelta de espiral que se va trazando- y lo remplaza por otro nuevo para poder continuar trenzando. Añadir, a su vez, un esparto extra al ramal sustitutorio a fin de ir renovando los espartos que lo compone, no es más que otro paso en una técnica que rebosa lógica.
Descrito (con fotos y dibujos, claro) el de tres, paso al recincho de cinco ramales.
Aquí, la razón de cada paso es más exigente que en el de tres. Su complejidad también. Aprender esta técnica no es demasiado fácil, explicarla menos. La belleza plástica de su matemática y la tentación por averiguar cómo describirla te ayudan a romper con la pereza de hacerlo.
Y si el de cinco ramales mandaba carallo, que diría un gallego, el de seis es la recona, por seguir galleguizando.
¿Cabía más exigencia en la precisión y orden de cada paso? Pues parece que sí, y también más complejidad. Pertrechado de paciencia y cariño te pones al tajo pensando, eso sí, que quién te manda a ti meterte en estos berenjenales. Es entonces cuando reparas en que tal vez te ha seducido a ello algo parecido a lo que lo hizo con quien o quienes desarrollaron estas técnicas, porque ¿qué necesidad tenían de eso cuando el recincho de tres ramales servía perfectamente para elaborar las piezas de que hubieran menester? Tanto el de cinco como el de seis, hasta donde mis mientes alcanzan, no suponen una mejora práctica para ningún producto y sí mucho de dificultad y lentitud de ejecución. ¿Son gratuitos? Algo así podría decirse. Y hermosos, desde luego, pero prescindibles. ¿Entonces? ¿Será que la hermosura no es prescincible? ¿Ni lo gratuito? ¿Ni el placer por descubrir?