sábado, 25 de abril de 2020

La fuente Santa

Hay en el pueblo varias fuentes. Una de ellas, apartada, recogida y con el sólo nombre de Santa, acoge el recuerdo de otros sin más identidad cierta que la de santos: unos a quienes, érase una vez, cuentan que les cortaron allí las cabezas por no bajarlas ante el mandato de… Un mandato, qué importa cual. Dicen también, que la fuente obra milagros y en tal fe vienen de cuando en cuando los feligreses a implorarlos.
En ella, como en las otras del lugar, el agua mana de los misteriosos hondones de la tierra: no hay caño, no hay manantial a la vista, sólo el agua brotando incesantemente. Lavarte la cara y manos, escuchar, oler, incluso a veces ver, es un ritual que no obedece a nada especial, como amar, pero en el que te embebes cuando surge sin saber por qué o de dónde, como ocurre con tan benditas aguas. Un día tropiezas con algo, un rumor de fresnos, un trino de jilguero o el delicado esqueleto de una hoja y caes en la cuenta de que no hay mayor milagro que esos. Cumplido el ritual te vas. Como cada día. O eso crees. 

lunes, 20 de abril de 2020

Gorras de cop

Ana Isabel Sanchez-Marín ha dedicado muchos años a la investigación, enseñanza y divulgación de las gorras de cop o chichoneras. Según cuenta ella en su libro Mètode d' elaboració de les Gorres de Cop (Editorial Arión) estas chichoneras de paja las inventó el Sr. Roc Vidal, un cestero establecido en Bellvei (Tarragona) a principios del siglo XIX y tenían la función de proteger a los niños de los golpes en la cabeza cuando comenzaban a dar sus primero pasos. Con el tiempo, la demanda de gorras fue tan importante que sesenta mujeres del pueblo llegaron a trabajar en su elaboración a través de distintos talleres. Sin embargo, a finales del siglo pasado el oficio había decaído tanto que estaba a punto de perderse. En vista de la situación, en el 2001 surgió desde el Ayuntamiento la iniciativa de crear una escuela en Bellvei con el ánimo de recuperar estos conocimientos, siendo a partir de ahí que Ana comenzaría su labor.
En el año 2009, desde la escuela de cestería de la Diputación de Lugo, que por aquél entonces yo estaba encargado de coordinar, invitamos a Ana a que viniese a impartir un taller sobre el proceso completo de fabricación de dichas gorras. A lo largo del curso fui grabando todos los pasos y, una vez terminado, le pasé el vídeo a ella. Hace unos días recibía un correo suyo informándome que había montado aquellas imágenes y comentándome lo 'tranquila' que se encontraba al finalizar este trabajo desprendiendose así del run run que me ha acompañado estos años de que todo podía perderse si no lo ponía en algún sitio. Por parte de Ana, podéis encontrar la filmación en Youtube  dividida en diferentes capítulos. Por la mía, incluyo el vídeo todo seguido en mi canal de Vimeo.
Sin duda es una excelente noticia y muy de agradecerle a ella la finalización de este reportaje que ayuda a enriquecer la información que ha venido compartiendo estos años sobre las gorras. Es verdad también, que da una cierta tranquilidad pensar que, de alguna manera, este quehacer está bien recogido y documentado. Aún así, sigo pensando que no hay nada mejor que aquello que se enseña, comparte, hace y palpa directamente, en todo, pero especialmente en actividades como esta de la cestería. Confío en que a Ana, como a tantos otros y especialmente a los que han tenido la suerte de recibirlo de esa manera, le siga ronroneando algo por sus adentros que le empuje a continuar haciéndolo así, mano a mano, más acá del triste y estrecho mundo virtual. 

martes, 7 de abril de 2020

Quién sabe

Hace apenas diez días recordaba en este blog y otras redes a mi amigo y maestro de cestería Antonio Yáñez. En estas estaba cuando el sábado pasado me informaron de que había fallecido esa misma noche. En medio de la congoja, pensé: Se ha estado despidiendo.
La última vez que visité a Antonio fue en Febrero del año pasado; hacía bastante tiempo desde la anterior ocasión y le encontré muy desmejorado. Las conversaciones, -escasas porque predominó el silencio, ese silencio que tanto sabe decir- sonaban, de alguna manera, a despedida: si no de la vida, sí de una vida. Mientras comíamos en un restaurante nos habló, entre otras cosas, de sus años de 'alimañero', cuando cazaba con trampas pequeños animales para vender sus pieles; o de los tiempos en que se levantaba de noche con su padre y hermanos para llegar a los montes al amanecer y aprovechar el día cortando varas de avellano: eso si que era bonito, aseveraba con el rostro iluminado por el recuerdo. Ya no vivía en su casa, ahora estaba en la residencia para ancianos de una villa cercana y costó bastante que se animase a visitar de nuevo con nosotros (me acompañaba mi hermano) su pueblo. De vuelta, tras parar como había sido nuestra costumbre a tomarnos una cerveza en la cantina de S. Cristobo, llegó el momento de despedirnos. Un fuerte abrazo, nada más. De un impulso, volví a coger la cámara de vídeo (había estado grabando muchos momentos de aquel encuentro) y filmé su entrada en la residencia, su adiós sin palabras. No volvimos a vernos.
Pues hasta otro día que volvas por ahí, le dijo una vecina como despedida tras la visita de ese día al pueblo. Quen sabe cando volverei, respondió él. Sea cuando sea, hasta la vuelta, Antonio.

Nota: Vuelvo a dar noticia del vídeo que grabé a Antonio siguiendo el proceso de fabricación de sus cestas y lo que detrás de ello había. En este caso, sólo para informar que lo he vuelto a subir a vimeo con mayor calidad. https://vimeo.com/204613699

miércoles, 1 de abril de 2020

Aburrirse


-         - ¿Qué haces?
-         - Nada en particular.
-         - ¿Y no te aburres?
-         - Sí, colosalmente.
-         - ¿Qué horror, no?
-         - ¿Horror? ¿Por qué?
-         - No sé, entiendo que la situación de encierro no deja muchas posibilidades pero siempre se puede uno buscar distraciones para pasar el tiempo.
-         - Eso si que es aburrido. Se harta uno de ver y escuchar por todas partes consejitos o muestras de cómo apañárselas para rellenar el vacío que nos ha dejado este confinamiento.
-         - Cómo eres. Bueno, son unos días y algo hay que hacer hasta que podamos volver a la vida normal.
-         - Sí, a ésa que está toda abocada a la felicidad que habrá de llegar en un futuro.  La normalidad en que se pasa uno el día maldiciendo del trabajo –o la falta de él, que viene a ser lo mismo- y demás pleitesías que ella conlleva. En definitiva, de tener que esta callando aquella voz que por los adentros te balbucea: esto no es, esto no es….
-         - Hombre, tan poco es tan así. Hay momentos malos y buenos, así es la vida.
-        -  Sí, claro. Pero ¿no te suena eso a viejo, en el peor sentido de la palabra, a aceptación de la triste realidad?
-         - Tal vez, pero…
-         - Pero nada. Mira, por cuestiones que poco importan al caso, se nos ha presentado un momento de obligado detenimiento, así que… Por qué, en lugar de estar machacándonos con la TV, el internet, o saliendo al balcón a insultar o aplaudir como está mandado, no se para uno y se aburre, sin más, con ningún objetivo. Aburrirse gloriosamente, sin paliativos.
-         - ¿Hasta la desesperación?
-         - Y más, tal vez. Pero como no hay mucho que esperar, al menos durante unos días, pues también de esa desesperación tendrá uno que aburrirse.
-         - ¿Y entonces?
-         - Pues no sé. Habrá que descubrirlo. A lo mejor hasta llegas a aburrirte de ti mismo, de ése que continuamente quiere escapar de ello. Del que se pasa todo el día crucificado entre lo que debería y no debería hacer; que tiene que estar siempre ocupadito –con ocio o trabajo, ¿hay diferencia?- no sea que se le tambalee el tinglado; de ése que proyecta toda su vida al mañana y por eso lo de hoy nunca es vida. Tal vez, al aburrirse de él, de uno, ya no le dé más escucha y …
-         - ¿Y?
-         - Pues nada es seguro, pero quién sabe si en ese desconocido silencio no se deje oír otra voz, aquella que ronroneaba: no es esto, no es esto.
-         - ¿Y qué dirá esa voz, como tu la llamas, además de eso que ya decía?
-         - Ah, esa es la gracia, que está por descubrir qué dice y hace.
-         - En cualquier caso, y sea lo que sea que pase si aparece algún descubrimiento, ¿de qué servirá?, en unos días todos a lo de antes más o menos y …
-         - Claro, claro, no hay mucho que temer, el mañana siempre será mañana. Pero, en tanto llega ¿vas a desaprovechar la ocasión que ahora se brinda?
 Imagen: Nine AM (Edward Hopper)