Te vas a dar un paseo por la playa y te encuentras que el mar ha 'tejido' un enorme 'tubo' de algas a base de 'olear' sobre ellas. Y te haces un lío si intentas entender cómo, de manera tan 'azarosa', las aguas hacen cosas tan hermosas.
Te vas a buscar antiguas piezas cesteras en un museo y te enmarañas en el tiempo. Cantimploras de esparto en Cartagena provenientes de la época de los romanos casi iguales a las que elabora el Sr. Isidro en León más de veinte siglos después con mimbre (
pincha). Las olas del tiempo también dejan en este caso su huella 'azarosa' y bella en los tejidos.
Y al caer de la tarde deambulas por el puerto y quedas de pronto enredado en el fantástico lío de infinitas vueltas que compone, 'azarosamente' de nuevo, una red dejada al descuido por algún marinero.
Quisieras tal vez ahora, ya volviendo a casa, cojer algunas cosillas de las que deja el mar en la playa en esa habitual mezcla de deshechos vegetales y basuras para trenzar algo a modo de juego, y cuando estás en el lío de qué hacer, te encuentras que el oleaje se te ha adelantado y fabricado un precioso nudo.
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