Aquí no hay trampa ni cartón, tan sólo dos manos, una navajilla y poco más. Y mimbres, los que crecen junto a las huertas del pueblo y que Isidro poda, pela y raja cada año. A partir de ahi, paciencia y esmero. Cuarenta horas dice, por decir algo, que le llevan terminar uno. Son más, seguro. Pero no, eso no se mide; cómo se puede contar en horas lo que se escapa del tiempo. ¿Cuánto dura un pensamiento? ¿Y muchos? ¿Y los sentires que mano a mano se les hilvanan en tanto crece la espiral y se conforma el barril ? Eso no tiene tiempo y por tanto tampoco precio. Así que Isidro sólo cobra algo simbólico, una cosa que sirve para recordarnos que nos lo está regalando. Aprovechadlo.
Al final, la pez, esa resina antigua que tánto se empleaba para conseguir recipientes estancos y que ahora casi ni se encuentra. Cuando alguien ve por primera vez un barril, cree que en su interior hay un recipiente de plástico o barro; pues no, nada hay salvo mimbre y pez.
Y ahora, sentarse con Isidro en el precioso patio de su casa y hacer un barril. Disfrutar de las molestias del gato que juega con la tira de mimbre que estás rajando. Esas maravillosas cosas que nunca hace uno y se engaña creyendo que otros sí harán .
Isidro García
Las Heras, 5
Sardonedo. León
4 comentarios:
Aquí una gata que anda juguetendo con una tira de tus mimbres, a.
¡Traviesa!
Quisiera adquirir un par de esos barriles,alguien puede indicarme cómo?
En esta entrada he dejado nota de la dirección y teléfonos de contacto con Isidro, él las vendía.
Publicar un comentario