Jesús
el cotorro nos las prestó y son, seguramente, las últimas seronejas de aquel pueblo de por los 'arribes del Duero' que un mulo carga con estiércol de cuando en cuando. Mi amigo Vene quería hacer unas antes que desaparecieran y no quedase ni modelo de donde copiar así que no había tiempo que perder. Una vez viajadas a Caballar y con un mogollón de mimbrazo en remojo -porque mira que son grandes las tías- nos pusimos a ello. Primero un cestón, luego otro, más tarde el puente que los une y finalmente el cuerpo superior y el "lirio" (nombre que recibe el remate de cordón por aquellas tierras).
Hay que reconocer que es un currazo -¡que se lo digan a Vene, que es quien se lo chupó!-, pero también que es un placer ir descubriendo el ingenio y los detalles de construcción con que se hace esta pieza tan desconocida hasta ahora para uno. Se le coge gusto a esto de hacer cosas 'demodés' e inútiles para la idiocia dominante, así que, como otro amigo, Raul, quiere hacer unos serones de los que se hacían por Segovia (foto de abajo), en cuanto nos venga bien nos liamos con ellos. Avisaré para que, si a alguien más le 'pone' ponerse de seroneo, se pueda apuntar.
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