sábado, 16 de noviembre de 2013

Escobas

Vaya, que está tristona la escoba. Que se ha repanchingao contra la puerta y dice que la deje en paz.
    -Tranqui chica, que si no te apetece hacer nada nadie te va a obligar. Faltaría más.Total, las hojitas  caídas del fresno están baila que te baila con el viento y no nos vamos a poner a juntarlas y  amontonarlas. ¡Menuda pueden armar!
    - Ya. No, mira, que no es sólo por no molestar a las hojas, que es que m´enterao que mis primas de    Madrid tienen que volver al tajo. Y es que, ¡lo siento tanto por ellas! Ale, ahí, a lamer asfalto y  arrastrar plásticos y demás porquerías de las que tus primos se rodean.
    - Ah, si, ya he oído que la huelga de barrenderos termina y que enseguida volverán a currar. Parece    que incluso se sienten más o menos victoriosos por no haber cedido a las ordenes que les querían  imponer desde arriba.   
    - Ja! Que os creéis eso! Engañifas y trampantojos de dineritos y empleos. La orden de verdad es trabajar para comprar basura y trabajar para recogerla. Unos días sin cumplir con eso y no tienes más que echar  un vistazo a las calles para ver lo que vuestro mundo produce a lo bestia.
    - Pues sí, chavala, sí, que tienes razón, pero piensa que si no fuese por eso, la mayoría de tus primas  no serían necesarias ni existirían.   
    - Para lo que les sirve existir! Eso ni es vida ni es ná. Además, qué pasa, que sólo pa barrer valemos?
    - Bueno, no sé...
    - Allá, en los bosques del valle del Pas, donde se criaron estos brezos que me sostienen, se contaba  de tiempos en que algunas mujeres bravas y desobedientes, huntándonos ungüentos de plantitas y  otras cosas, jugaban con nosotras de tal manera y refriegue que, vete tu a saber cómo, pero volábamos juntas. A lo mejor como lo están haciendo ahora las hojillas del fresno con el viento. O  como vuela y da vueltas la escoba que lanza al aire una y otra vez el niño de la casa de al lado.
    - Jo, que ni se me había pasao por la cabeza! Y el caso es que, ahora que lo dices, recuerdo que  cuando niño yo también me subía a modo de jinete en la escoba de madre y cabalgaba sobre ella por  las llanuras y montañas del patio de casa. ¡Qué bien lo pasábamos!
    - Pues sabes qué te digo, que vamos a contarles estas cosas a tus primos de Madrid y a decirles que  escuchen y hagan piña con mis primas las escobas, que están hartas de barrer como está mandao y  dispuestas a correr a escobazos a las ordenes y a quienes las dan.

2 comentarios:

Lois Walpole dijo...

Precioso

Carlos Fontales dijo...

Gracias, Lois. A ver si consigo convencer a mi escoba voladora para que me lleve hasta tu casa y visitarte.