Vaya, que está tristona la escoba. Que
se ha repanchingao contra la puerta y dice que la deje en paz.
-Tranqui chica, que si no te apetece
hacer nada nadie te va a obligar. Faltaría más.Total, las hojitas caídas del fresno están baila que te baila con el viento y no nos
vamos a poner a juntarlas y amontonarlas. ¡Menuda pueden armar!
- Ya. No, mira, que no es sólo por no
molestar a las hojas, que es que m´enterao que mis primas de Madrid
tienen que volver al tajo. Y es que, ¡lo siento tanto por ellas! Ale,
ahí, a lamer asfalto y arrastrar plásticos y demás porquerías de
las que tus primos se rodean.
- Ah, si, ya he oído que la huelga de
barrenderos termina y que enseguida volverán a currar. Parece que
incluso se sienten más o menos victoriosos por no haber cedido a
las ordenes que les querían imponer desde arriba.
- Ja! Que os creéis eso! Engañifas y
trampantojos de dineritos y empleos. La orden de verdad es trabajar para comprar basura y trabajar para recogerla. Unos días sin cumplir con
eso y no tienes más que echar un vistazo a las calles para ver lo
que vuestro mundo produce a lo bestia.
- Pues sí, chavala, sí, que tienes
razón, pero piensa que si no fuese por eso, la mayoría de tus
primas no serían necesarias ni existirían.
- Para lo que les sirve existir! Eso ni
es vida ni es ná. Además, qué pasa, que sólo pa barrer valemos?
- Bueno, no sé...
- Allá, en los bosques del valle del
Pas, donde se criaron estos brezos que me sostienen, se contaba de
tiempos en que algunas mujeres bravas y desobedientes, huntándonos
ungüentos de plantitas y otras cosas, jugaban con nosotras de tal
manera y refriegue que, vete tu a saber cómo, pero volábamos
juntas. A lo mejor como lo están haciendo ahora las hojillas del
fresno con el viento. O como vuela y da vueltas la escoba que lanza
al aire una y otra vez el niño de la casa de al lado.
- Jo, que ni se me había pasao por la
cabeza! Y el caso es que, ahora que lo dices, recuerdo que cuando
niño yo también me subía a modo de jinete en la escoba de madre y
cabalgaba sobre ella por las llanuras y montañas del patio de casa. ¡Qué bien lo pasábamos!
- Pues sabes qué te digo, que vamos a
contarles estas cosas a tus primos de Madrid y a decirles que escuchen y hagan piña con mis primas las escobas, que están hartas
de barrer como está mandao y dispuestas a correr a escobazos a las
ordenes y a quienes las dan.
2 comentarios:
Precioso
Gracias, Lois. A ver si consigo convencer a mi escoba voladora para que me lleve hasta tu casa y visitarte.
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