Lejanamente, algo así como Cobijo y Vida aunque, como ya nos informaban los organizadores, es difícil de traducir Lae & Leben, un juego de palabras entre alemán y danés.
Bueno, pues ése es el título del proyecto de construcción de estructuras al aire libre en el parque Reventlow de la isla de Lolland (Dinamarca) al que hemos sido invitados un grupo de personas de distintas partes de Europa relacionadas con este mundillo de las fibras vegetales (pincha en la foto para más información). La ejecución de las piezas tendrá lugar entre el 14 y el 20 de abril y permanecerán expuestas al público hasta el 30 de setiembre. Resulta que, en esa llanísima isla, el suelo carece de piedras por lo que los granjeros tienen la costumbre de plantar árboles de crecimiento rápido como el mimbre o el chopo a fin de proteger sus cultivos del fuerte viento reinante. Pues bien, la idea de cobijo, protección, trabajados con mimbres/chopos es la primera que los organizadores nos sugirieron como motivo de inspiración para la realización de nuestras obras. La circustancia de que ciertas especies de murciélagos aprovechen las especiales características de flora y fauna de esta isla para buscar cobijo fue el segundo motivo/referencia, como se ve, muy conectado con la anterior.
Como ocurrió en el 2011, cuando con semejantes intenciones de construcción al aire libre, la Aftenskole organizó el proyecto Between Sea and Sky en aquel mismo país, en esta ocasión hemos vuelto a formar grupo Joan Farré y el que escribe. Nos lo pasamos tan bien y la compañía fue tan provechosa que al ser invitados ahora no hemos dudado en repetir. Dando vueltas a las propuestas que nos ofrecían, pensamos en tomar la idea de refugio/cobijo como punto de partida para realizar nuestras estructuras. Aquí os va el texto que enviamos a los organizadores para la presentación de lo que más o menos haremos y que, como veréis, juega a utilizar aquéllas palabras como metáfora para trasladarlas a otro lugar.
El refugio de la infancia
El viento, del que los habitantes de Lolland han intentado siempre cobijarse, provee hoy día de muchas horas de alegría a niños y adultos que se dejan volver a serlo. El mar y el viento facilitan el vuelo del pensamiento. Los niños juegan con juncos y mimbres tejiendo unos barquitos que después, uno tras otro, echan a navegar por el río. Son efímeros, unos cuantos metros más allá los navíos se irán hundiendo sin dejar más rastro que el recuerdo de haberlos fabricado y la sonrisa de verlos flotar. Metáfora de la vida: hundido un intento, vuelta a empezar.
Hacer barcos, entregarlos al agua, sonreír, verlos naufragar, repetir: sale a flote el niño que hay en nosotros y que nunca acaba de desaparecer, que nunca acaba de aprender. En él nos cobijamos e invitamos a cobijarse a los demás.
Más allá del acierto o no de nuestro intento está el enorme agradecimiento que desde aquí queremos expresar tanto Joan como yo a nuestros buenos amigos Jette Mellgren y Jan Johansen, artífices de estos proyectos tan interesantes.
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