Imposible hacer un recorrido riguroso en diez días, pero suficiente para catar lo que hay. Y lo que mayoritariamente hay en cestería (en esto Andalucía no es una excepción) son viejos. Viejos que, casi siempre en los lugares más apartados, trabajan la palma, el esparto, la caña, el mimbre o, cuando no los tienen, cualquier material de desecho que se preste (flejes de plástico, cables de teléfono, cuerdas marineras encontradas en la playa, etc.). Elaboran con ellos tanto piezas de las que aprendieron de niños para sus necesidades de entonces, como otras para nuevos usos; el gusto por los colores, las filigranas y los trenzados (la geometría) está tan presente en la cestería como en las demás artes de esas tierras, continuando así una tradición que, en este caso, parece a punto de desaparecer con ellos, un tópico que no deja de ser cierto.
Pero por suerte aún encontramos vivos a algunos cesteros. Como al Sr. Manuel, que me lo choqué mientras tejía un cestillo de esparto a la puerta de la tienda de ultramarinos familiar en Nijar. Los hizo siempre en el cortijo sin darles valor alguno hasta que se 'engolosinó' al ver cómo los turistas se los quitaban de las manos.
Otro choque fortuito tuve con Justo, viejo cestero gitano. Ya me iba de Salobreña con las manos vacías cuando allá a lo lejos destacó su imagen mezcla de cow boy y gitano que me llamó -a cualquiera se la llamaba- la atención. Más poderosa fué la atracción cuando apareció la mujer que lo acompañaba, mandil y coleta al viento. "Buenos días, ¿sabe usted de alguién por aquí que haga cestos?" Serio, respondió: "Yo mismo". Y ahí comenzó un viaje que nos llevaría a la finquilla donde teje sus canastos de caña, en tanto que en el camino de ida y vuelta, Justo y Antonia, que así se llamaba su mujer, me contaban las penas y alegrías de su vida. Había tanta maestría y espontaneidad en sus relatos como en las manos de Justo al haberselas con las cañas.
Y muchos otros cesteros encontré que darían para estar de 'contos' noches enteras pero, aquí también, para la muestra ...os dejo un par de botones. Será dificil conseguir que Justo o Antonia estén personalmente en Lugo para los Encuentros pero sus cestos seguro que estarán y, en esta arte, como en cualquiera de verdad, vida y obra van de la mano.
En la foto Justo y Antonia.
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