Es complicada la cosa. Pero no conocía a nadie vivo que siguiese haciendolas (el Sr. Antonio Lemos, mi maestro, falleció inesperadamente en agosto del 2008) y había que lanzarse a la piscina aunque fuese sin apenas saber nadar, la pieza lo merecía. Bueno, pasado el primer fin de semana (el más difícil) hemos conseguido mantenernos a flote y no ahogarnos en....una jarra de vino.
La cosa es que, por referencias de última hora, fuí a visitar al Sr. Jesús, "xerreiro" durante toda su juventud, justo el día anterior a comenzar el curso. ¡Ojalá le hubiese conocido antes, habría impartido él el curso! Pese a que ya no las fabrica es un verdadero maestro en este arte, no hay más que ver las xerras que conserva. "Para mí es un enorme placer hacer jarras, aunque ahora el trajín de la vida no me lo permite".
Comenzó a explicarme, a grandes rasgos, el proceso de elaboración y poco tardó en enlazarlo con su vida, el tremendo amor que guarda a su padre "el era el verdadero maestro" , y el gusto y complicidad que ambos encontraban trabajando juntos en el tallercillo que tenían pegado a la casa. Esta falta de distinción entre actividad profesional, cotidiana, afectos, anecdotas, etc., había dejado en el Sr. Jesús una hermosa huella que, mientras iba recordando, sus ojos y su voz delataban . Y, cuando las distinciones comienzan a disolverse parece que no se detienen en parte alguna, así que allí me sorprendí engarzado a sus recuerdos y sentires viviendolos como si fueran míos, o mejor dicho, de nadie en concreto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario