Arrumbado en una esquina del oscuro gallinero te encuentras ese costurón que cose la raja del viejo barreño. Lo que cierra una herida abre otra: algo remoto en ti comienza a balbucear y te atontonas casi que enamorandote de cosa tan simple: un viejo barreño blanco, un roto, un remiendo de alambre azul. Tan hermoso que... Demasiao pal cuerpo. Así que huyes cobarde del abismo y a la vuelta del caserón te topas con el 'costurero':
viejo aldeano de remota montaña al que vaya usted a saber cómo se le rompió aquel barreño blanco, se le ocurrió remendarlo y lo hizo con alambre azul. Dice que le gusta su pelo y por eso se lo deja largo. Una y otra vez gritan llamándole. Ni caso, no va.
Analisi della società del benessere
Hace 1 año
4 comentarios:
Cuantos de los "topes modeles" tendrían que envidiarle la elegancia, soltura y donaire natural!...jó!
Pues sí, pero primero tendrían que poder apreciarlo.
Y que cualquiera se siente barreño, que ni blanco ni negro se libra uno de rajaduras tales. Este se ve que tuvo la suerte de ser muy utilizado en su juventud, ¡hasta reventar! Qué de historias cuenta haciéndonoslas sólo imaginar. Se juntó con alguien sensible o práctico -otra suerte- que se empeño en ponerle un cable azulito para remendarlo, ¡qué mejor prótesis!, y siguiera así dando guerra o tumbos en este mundo. Esa suerte, la de admirarlo, es la que tenemos otros .
Curioso que sea el costurón el que embellezca al barreño,¿metafora de este mundo? Gracias por tu comentario "Rotura" (supongo que con costurón también!).
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