Dos estrofas de diferentes poetas me revolotean estos días alrededor sin saber muy bien por qué. La primera es de Shakespeare:
O, learn to read what silent love hath writ: /
to hear with eyes belongs to love´s fine wit. Y, en traducción de Agustín García Calvo, dice: A leer aprende lo que ha escrito amor callado: / oir con los ojos es de amor don delicado. Hace unos días estaba de acá para allá visitando 'abuelos' y recogiendo cuanto me contaban y eseñaban. Algo más, además, ves que se te escapa mientras estás con ellos; después, cuando te detienes, sientes que de alguna manera lo lees en sus caras fotografiadas, sus voces registradas y sus cestos, sombreros o alpargatas regalados. Probablemente, ese 'algo más' también se les escapaba a ellos pero, aunque no quedaran registradas sus caras o sus voces, se podría seguir leyendo en las piezas que fabricaron.
La otra estrofa es de Pessoa: Manda quem manda porque manda, / Importa que mal mande ou mande bem. / Todos sâo grandes quando a hora é sua. / Por baixo cada um é o mesmo alguém. Y, en 'osada' traducción mía, dice así: Manda quien manda porque manda, / bien mande o mande mal produce desdén. / Todos son grandes cuando la hora es suya. / Por debajo el mismo alguien es cada quien. Y de acá para allá he llegado aquí -da igual dónde-, a encontrarme también recitando estos versos que te recuerdan cómo sobre 'lo que se escapa' no manda nadie y, por elocuentes, no necesitan más comentarios.
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