Llamé a Dani (cestero de Baños de Montemayor, Cáceres, del que ya hablé en una anterior entrada) para decirle que pasaría por Baños la semana siguiente y me dijo que estaba en la cama.
- "¿A las seis de la tarde y con fiestas en tu pueblo?"
- "Sí, hizo una semana muy buena pero hoy llueve y hace frío".
- " ¿Y por eso te metes en la cama?"
- "Cuando me pongo en manga corta ya no me da la gana quitarmela hasta el invierno, así que, como tengo frío me meto en la cama"
- "Ah, ya. ¡Buena idea Dani!".
Aparecí unos días después por Baños. Hacía calor y Dani, en manga corta y rodeado de sus chicas, preparaba madera, es la época. Después de cortarla en marzo, desde ahora y hasta el verano se dedica a cocer los palos en el horno, rajarlos y dejar las verganchas conseguidas a secar al sol antes de almacenarlas.
Tras comer marchamos al pueblo vecino: Montemayor del Río. Montemayor es el lugar donde se elabora la mayor parte de los cestos de castaño que se comercializan en España. Hay aún bastantes talleres familiares de producción y dedican muchas horas a ello; darse una vuelta por este bonito pueblo lo confirma pues a penas se ve gente por sus calles.
Pero a falta de gente, madera. Es un espectáculo que recomiendo a cualquiera visitar Montemayor en primavera; las fachadas de las casas, los muros de las fincas, las propias fincas, cualquier lugar al aire es bueno para poner el castaño rajado a secar. Impresiona ver el pueblo abriendose en madera por todas las esquinas, parece la diástole de un corazón cesteril.
En tanto sigue Dani, solo en Baños de Montemayor, haciendo su cestería fina y colocando la madera al sol en la placita que rodea su taller. La sístole de aquel corazón.
En la foto, Dani en su taller. Pincha en ella para ver otras de Montemayor.
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