Las filmaciones las realicé en los años 2006/7, época en la que me encontraba viviendo en Lugo y que, entre otras cosas, aproveché para localizar a alguien que se dedicara a -o al menos conociera- este arte con el fin de recoger todas las informaciones posibles. No fue fácil, estuve bastante tiempo preguntando hasta que me llegó el 'chivatazo' de que un hombre que venía todos los viernes a vender hortalizas al mercado de la ciudad se había dedicado a ello. Allí me planté en cuanto pude y, según las indicaciones recibidas, le localicé en plena faena mercantil.
Tras las presentaciones, el Sr. Antonio, que tendría unos sesenta y tantos años y a quien se veía fuerte y sano, me explicó que, efectivamente, de joven se había dedicado a fabricar xerras. Hacía ya muchos años de eso pero recordaba perfectamente el oficio y conservaba todas las herramientas y útiles necesarios. El tiempo trascurrido tampoco fue ningún ostáculo para que, al mencionarle mi interés en aprender a hacerlas y documentar todo el proceso, se mostrara dispuesto a ello. Sin pausa, pero sin prisa, como suele ocurrir con estas cosas, a lo largo de los dos o tres años siguientes seguimos manteniendo el contacto con la promesa por su parte de que en cuanto encontrara unos días tranquilos nos pondríamos a ello.
Y así hasta que, en el invierno del año 2006, me invitó a que fuese hasta Santiago da Riba, lugar donde residía, para comenzar la faena. A lo largo de varias jornadas de los meses de enero y febrero del 2006 y del siguiente año fui aprendiendo, a la vez que recogiendo en fotos y vídeos, todo el proceso de elaboración de las xerras según la técnica empleada por el Sr. Antonio*. Uno de los frutos de aquella investigación es el video que muestro ahora y del que doy, a continuación, un par de notas preliminares:
- Se observará que algunas imágenes están muy oscuras: es la luz con la que el Sr. Antonio trabajaba. En las grabaciones que hago nunca utilizo focos o luces suplementarias, me parece interesante dar testimonio de todo lo que conforma el ambiente y condiciones de trabajo de los cesteros y estos, en muchas ocasiones, no utilizan otra iluminación que la de bombillas de muy pequeña potencia o, sin más, la luz que entra por alguna ventana o puerta del lugar donde realizan la actividad.
Intuir lo que ocurre en las penumbras, tal vez pueda acercarnos también al mundo y modo de actuar de estos artesanos. Seguramente que un cámara o un montador profesional conseguiría una mayor fidelidad con respecto a todo esto (oscuridades, contrastes,...), no siendo mi caso, pido disculpas por mi incapacidad y medios para conseguirlo.
- En los años en que realicé estas grabaciones tenía una cámara de cintas mini DV y, desgraciadamente, la que utilicé el último día -en la que se recogía el proceso de impermeabilización de la xerra con el empleo de pez-, estaba defectuosa, lo que ha supuesto que hasta el momento no haya podido rescatar las imágenes que contiene (aprovecho para que si algún técnico en la materia lee esto y me puede echar una mano con ello, por favor, se ponga en contacto conmigo). Pero como no hay mal que por bien no venga, en aquella ocasión me acompañaba a la cita mi buena amiga Lois Walpole que, en tanto yo grababa, se dedicó a hacer algunas fotos del proceso que ahora, años después, he aprovechado para incluir en la edición e ilustrar esa parte final del proceso. Gracias, Lois.Terminadas las grabaciones, pasaron unos meses sin volver a ver al Sr. Antonio. Si bien hablamos por teléfono varias veces, nuestro reencuentro lo aplazamos para después del verano. Llegado setiembre, y como era mi costumbre, me acerqué un viernes a la plaza de abastos para saludarle. No le encontré. Repetí la visita en otras ocasiones sin éxito hasta que, finalmente, se me ocurrió preguntar a su vecino de puesto.
- ¿El Sr. Antonio? Murió este verano.
- ¿Cómo? ¿Qué dice?
- Sí, algo repentino. Una mañana fue a la huerta pero ya no volvió a casa; en el camino le dio un golpe al corazón y... La familia le encontró tendido en el campo.
No me lo podía creer. Fue como un mazazo inesperado. Tampoco ahora, 13 años después, al estar trabajando con estas imágenes, he acabado de creérmelo. Una vez despertada, la vieja cuestión: '¿hay alguna muerte que te puedas creer?', ha sido compañera de oficina en estos días de montaje.
Puesto en contacto con la familia del Sr. Antonio, y durante la visita que efectué a su casa para expresarles mis condolencias, pedí permiso para copiar todas las plantillas de los diferentes tamaños de xerras que el Sr. Antonio había venido fabricando. Sentí que eran el alma mater de todas ellas y, aunque sin saber muy bien por qué, consideré que no se debían de perder.
Sirva lo dicho hasta aquí como presentación de este vídeo que, además de querer ser homenaje y agradecimiento al Sr. Antonio, intenta dar testimonio de lo que considero como uno de los procesos de elaboración cesteros más interesantes de la Península Ibérica. Cierto es que muestra una actividad a contracorriente de las modas (siempre diferentes para ser las mismas); muerta, sin futuro, dirán los que creen saber lo que dicen cuando hacen esas asociaciones. Pero por si acaso, y valga para lo que valga, aquí va un rescoldo de esa otra vida que no muere porque no conoce futuro.
*Como se podrá apreciar en el vídeo, el método del Sr. Antonio, a diferencia de otros que he encontrado tanto en la zona del sur de Lugo como en el área de A Estrada (Pontevedra) en que se emplean moldes de madera, consiste en obtener la hechura de la jarra a partir de la forma de las costillas que la configuran. Dicha forma se consigue copiando cada una de ellas de unas plantillas maestras que el Sr. Antonio realizó en su momento.
Nota- Por si hay alguien interesado, os recuerdo que en la columna de la derecha de este blog hay un apartado llamado 'vídeos cesteros' en el cual se encuentran los enlaces a los documentales que he ido publicando hasta el momento.
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