Cestería de mimbre, -con las técnicas de 'nasa mediterránea', 'zarzo' asturiano y 'cul de queixal' catalán-, y de esparto -con las tres variantes que conozco del 'recincho' (tres, cinco y seis ramales)-, fueron los temas del taller. Sorprendente el interés y la dedicación de las cuatro estudiantes (amigas, ya) hacia estas artes, sobre todo si tenemos en cuenta la lentitud, dificultad y mecánica especialmente repetitiva de las técnicas de esparto;
se me ocurre pensar que en algo habrá ayudado el disfrute de trabajar en la puerta de casa con la compañía de las golondrinas y la de mi vecino Julio, que con nosotros se sentaba a charlar recordando el alemán que aprendió en sus tiempos de emigrante. Abierta queda la intención de continuar con estas experiencias en años posteriores estableciendo, a ser posible, una colaboración con la propia escuela de Lichtenfels.
De nuevo tuve la oportunidad de encontrarme con un montón de buenos amigos y comprobar cómo el corro espartero aumenta cada año tanto en número como en entusiasmo. Allí estaban los grupos de Albacete, Alicante y el propio de Ibi reunidos en torno a unas mañas de esparto compartiendo informaciones, enseñanzas, cariño e interés tanto entre ellos mismos como hacia cualquiera que se acercase y lo demandara.
De vuelta a casa la radio te machaca, otra vez, con las inmundicias de la política que hacen los políticos que hacen la política que hacen los políticos, es decir, administrar muerte sobre cualquier cosa que toque. Contrastan sus tejemanejes con las experiencias que acabas de vivir: fraternidad sincera (es decir, no premeditada) y común acuerdo para organizar lo que se presente gracias a la brecha que, a través de la podredumbre que de continuo nos cae de arriba, inesperadamente consigue abrirse paso entre la gente común y corriente en ocasiones como las comentadas. Relámpagos en la noche tan sólo, dirá alguien. Quizás, pero nos recuerdan que hay luz.
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