domingo, 8 de septiembre de 2013

Penélope

Pues eso, que te das tu habitual paseo vespertino por el cerrillo que cubre las espaldas al pueblo y pum!, pasa que te paras. A saber por qué. No importa. Te detienes. Al sol tan sólo un resplandor rojo lo recuerda, ritual de estos días. Los grillos a saco, como cada noche, que parece que no han cricreado en todo el verano. Brisilla breve, avenas locas, aroma a tomillo y pinar…., nada anormal. Nada normal. ¿Resplandor? ¿Grillos? ¿Brisa, avenas? ¿Tomillo? ¿Pinar? Se desvanecen los nombres y sientes trenzarse algo ahí, aquí, contigo y ajeno a tí en tanto que Penélope desteje el mundo,
para nada.

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