- Tristón te veo.
- - Casi que traicionado, diría.
- - ¿Por?
- - Erais como las cómplices de uno y ya ves…
- - ¿Te refieres a nosotras, a las mujeres?
- - ¿A quién si no?
- - ¿Y eso de la traición?
- - Pues mira, que los hay que nos sentíamos
acompañados en esa especie de estar medio fuera, medio en contra de este mundo
de los hombres; de mirarlo de reojillo sin creérnoslo, reconociendo por lo bajo
su falsedad, brutalidad, torpeza. Y ahora…
- - Bueno, no sólo medio fuera, también
padeciéndolo.
- - Eso es, sometidos al orden con todas sus ideas,
instituciones, leyes, creencias… Al Poder, en definitiva. Y ahora, después de
sufrirlo tanto tiempo, en lugar de alzaros contra todo eso para rechazarlo resulta
que por cualquier parte se escucha que lo que queréis es vuestro huequecito, o huecazo, tanto da, en
ese putrefacto pastel.
- - No siempre, eh. Lo que ocurre es que a quienes
más se oye es a las que reclaman eso… ¡En nombre de todas, encima!
- - Ya empiezan a parecerse a los de arriba, siempre
hablando en nombre de todos.
- - O de la mayoría, que para el caso… Pero vaya,
sí, te entiendo: es como si todo este mundo en que malvivimos no fuese una
imposición, sino algo ‘natural’, ‘incuestionable’, o cosa por el estilo, y el
problema estuviese en los que lo han venido administrando.
- - Esclavos ellos a su vez de tener que creérselo,
y trabajar, y someter. De comprar amor con prostitución o matrimonios; de hacer
guerritas, y morir y matar por ser ‘los hombres’…
- - Bueno, igual con las mujeres interviniendo, el
cotarro varíe.
- - No nos engañemos, las cosas cambian para seguir
siendo las mismas. Esa es la forma que tienen de mantenerse. Un gobierno es un
gobierno; un jefe, un jefe; un torturador, un torturador; un camarero, un
camarero; los habrá más suaves o más duros, machos o hembras, pero siempre
serán un gobierno, un jefe, un torturador o un camarero.
- - Vaya cambiazo, sí. En lugar de rebelión,
integración.
- - Igualdad, que llaman. Todos en el mismo saco: a
trabajar y a consumir paritariamente que, al fin y al cabo, es de lo que se
trata.
- - Y si no, ¿qué?
- - Negarse, sin más.
- - ¿Y después?
- - Ya se verá.
- - ¡Pobres de los hombres! Dejarles ahí solos y
sometidos…
- - ¿Pobres? Lo que libera a unos libera a otros, si
no, no es libertad ninguna. Mira, ellos -nosotros, si lo prefieres- no son el
enemigo, es el mundo establecido a través suyo.
- - Entonces, ¿conseguir uno construido por nosotras?
- - Eso no sería más que la otra cara de la misma
moneda. Un mundo en contra del hombre y la mujer, habría que decir.
- - No entiendo.
- - Te hacen creerte mujer como me hacen creerme
hombre.
- - ¿Quién?
- - El único que puede: el Poder.
- - Pero, ¿si tienes un sexo u otro?
- - ¡Qué tendrá que ver eso con ser mujer u hombre!
Serlo es lo que este orden le impone a cualquiera que le haya tocado llevar una
grieta o un colgajo entre las piernas, algo que no sabemos lo que es y que
únicamente distingue, pero no constituye.
- - Hasta que le ponen nombre y hacen como que lo
supieran.
- - Lo uno va con lo otro.
- - Ya. Será por eso que muchas nos rebelamos contra el sambenito que nos cae encima.
- - Y muchos. Otra cosa es que, sumisamente, la
mayoría acate la orden.
- - Sin darse cuenta, me parece.
- - Obedecer es lo más fácil.
- - Pero hay quien no traga.
- - Por suerte, nunca todos tragan… En tanto en
cuanto no se afirmen.
- - ¿Cómo?
- - Con algún otro calificativo. En este aspecto con
esos de homosexual, bisexual, transexual, lesbiana…
- - Menudo guirigay de confusión el de estos días,
¿no?
- - Sí, una guerra equivocada. No por ‘empoderarse’,
sino contra el Poder habría que librarla. Él es el que esclaviza.
- - Hasta derrotarle.
- - No, hasta liberarle a él también.
- - ¿Al Poder?
- - Sí, el está igualmente preso.
- - ¿Preso, de qué?
- - De sí mismo, de ser el que es; como tú, como yo,
como cualquier otra cosa.
- - Pero, si él es el que puede.
- - Mucho, pero no todo.
- - ¿Qué es lo que no puede?
- - No poder.
- - Venga, vámonos a jugar con los niños. Verás como
entre ellos olvidamos…
- - Y así podremos recordar… Pero, ¿con cuáles? ¡Ya
casi no los hay por las calles!
- - Con los que no fuimos, con los que nunca dejamos
de ser.
Foto: Agustín (encontrada en un libro cuyo título no recuerdo).