JULIÁN- Sube atrás!
MERCEDES- QUÉ DICES?
J. - QUE SUBAS ATRÁS.
M. – AH, VALE! Esto de estar
sorda…
YO- Dónde vamos, entonces?
Nada. QUÉ DÓNDE VAMOS?
M.- A LOS SERVICIOS SOCIALES.
Tu tira todo de frente.
Y.- Vale.
M.- ?
Y.- QUE VALE.
M.- Ahora a la izquierda.
PARA AHÍ. Julián, cruza la calle y ven conmigo mientras el aparca.
J.- PERO, ADÓNDE VAS, ¿A LA
SEGURIDAD SOCIAL O A LOS SERVICIOS SOCIALES?
CHICA- La seguridad social es
aquí, señora.
Y.- No te oye.
CH.- No, digo, que la
seguridad social es aquí, no hacia donde va la señora.
J.- OYE, QUE DICE ESTA CHICA
QUE LA SEGURIDAD SOCIAL ESTÁ AQUÍ.
M.- QUE YO SÉ EL SITIO! VEN,
NO LE HAGAS CASO A ESA DROGADICTA.
J.- PERO TE PARECE FORMA DE
TRATAR A LA GENTE. A MI NO ME VUELVAS A METER EN UNA DE ESTAS, EH! TE METO UN
BASTONAZO…
Y.- Seguid, Julián, que yo
aparco y después voy hasta allá.
J.- Pero, mírala donde va ya!
Y luego dice que no puede andar.
Y.- Por favor, sabe si han entrado
unos señores muy mayores. Los dos llevan bastones.
CONSERJE- Sí, ahí están, en
esa oficina del fondo.
Y.- Gracias
C.- Menudos! Se han metido
sin preguntar , ni esperar turno ni ná.
Y.- Perdón, se puede?
FUNCIONARIA- Pasa, pasa.
M.- LO VES. YA SABÍA YO QUE
ERA AQUÍ DONDE HABÍA QUE VENIR.
J.- Bueno…
M.- AL BAJARNOS DEL COCHE,
SABE USTED, UNA DROGADICTA ME QUERÍA ENGAÑAR!
F.- !!!???
J.- Y dale… PERO QUE
DROGADICTA NI QUE…ENCIMA DE QUE QUERÍA AYUDARTE
M.- PERO TU NO HAS VISTO CÓMO
IBA?
J.- COMO SI TU FUERAS MUY
LUSTROSA! No le haga caso.
F.- Es usted familiar de
ella?
J.- Lejano. Mejor, explíquele
a él todo.
F.- Mira, ella tiene que
rellenar estos datos y entregar los papeles en Registro. En unos días le
volverán a pagar la jubilación de su marido.
M.- CÓMO?
J.- QUE NO TE LO ESTÁN
DICIENDO A TI.
M.- No me entero de nada.
J.- QUE SE LO EXPLICAN A ÉL
PARA QUE NO CHILLEMOS EN LA OFICINA. QUE LUEGO TE LO EXPLICA ÉL.
M.- Bueno. PERO EL SE HA
ENTERADO?
J.- QUE SÍ!
Y.- Venga, vamos, que ya sé
lo que hay que hacer.
M.- CÓMO DICES?
Y.- QUE LUEGO TE LO EXPLICO,
QUE AQUÍ HAY GENTE Y NO PODEMOS ANDAR GRITANDO. Déjame tu carné.
M.- ¿?
Y.-QUE ME DEJES EL CARNÉ.
M.- Yo creo que lo he traído.
Sí, ten.
Y.- VALE. AHORA, FIRMA AQUÍ.
M.- A VER SI ME ACUERDO!
Y.- YA ESTÁ, ENTREGAO.
M.- Mira, si me llevaras
ahora a Tráfico. No sé si el coche lo dieron de baja cuando murió mi marido…
Y.- VAMOS, SÍ.
J.- PERO, ADÓNDE VAMOS AHORA?
Y.- A tráfico, que tiene que
mirar no sé qué del coche.
J.- Tiene cojones! Si ya le
dije que tu tenías prisa por volver.
Y.- No pasa nada, Julián, hay
tiempo.
J.- Toda esta gente tenía que
estar ya en el otro barrio.
M.- Julián, agárrame que me
parece que me mareo.
J.- ESPERA. APÓYATE EN MI.
ESTÁS MEJOR?
M.- ¿?
J.- QUE SI ESTÁS MEJOR?
M.- Parece.
J.- VENGA, VAMOS A TOMAR UN
CAFÉ, A VER SI TE SIENTA BIEN.
Y.- Sentaos en esa mesa. Tres
descafeinaos, por favor.
M.- CON PORRAS!
Un día, en la remilgada vida
de una pequeña ciudad, irrumpe la presencia de dos viejos habitantes de un pueblecillo. Un soplo de viento fresco recorre los lugares por donde pasan y, por instantes,
deja tiritando la correcta y mortecina cotidianidad.
Ser vecino de una aldea,
donde echar una mano a los abuelos es el pan de cada día, te regala con mañanas
como ésta. Un rato en el que, para variar, los mimbres que se tejen y las
formas que construyen tienen nombres de personas o administraciones públicas. A
veces, como al hacer un cesto, alguna vara se comporta de manera imprevista y te
encuentras con que, a su paso, se trastoca
y pone en evidencia todo el tinglao. Tan ricamente.