Fugazmente
frenas la bicicleta saltas por los aíres caes sobre el codo y te lo has roto.
No ha habido discontinuidad ni, por tanto, tiempo de darte cuenta. La cuenta cae
después, en horas de hospital, en semanas de escayola, en meses de
recuperación.
"Fugacidad"* era
el tema que nos había llevado a Dinamarca. Otra fugacidad (otra?), en este caso
la exposición que, con tal título, nos invitaba a realizar un par de obras que
reflexionasen sobre cómo -según texto que los organizadores nos habían enviado- Construimos nuestras vidas en un esquema
cuidadosamente planificado donde la reflexión, la relajación y la experiencia de la naturaleza se
sustituyen por una lección de meditación o una carrera a gran velocidad para
acomodarse al ideal de un cuerpo perfecto. Lo fugitivo se ha convertido en
sinónimo de algo superficial y transitorio.
Garabato
Nada significo. No se de dónde vengo ni a dónde voy. Me
quedo en tus ojos a fuerza de fugarme de ellos.
Redactábamos esas
líneas como nota al título de las dos estructuras que, Joan Farré y el que escribe, realizamos conjuntamente trabajando…, no, disfrutando, en los dos
parques que la organización había conseguido para esta experiencia: Reventlow y
Liselund.
El garabato de
Reventlow se escribía en el aire, sin nunca tocar tierra. Lo construimos a base
de atar en churro montones de ramitas de los árboles del propio parque. Una vez
realizado, lo izamos al aire con la pretensión de que se quedara suspendido en
él, pero parece ser que hay una ley llamada “gravedad” que nos obligó a montar
toda una estructura de largos palos de avellano para sujetar el trazo sobre
ellos y conseguir así burlar, aunque fuese un tanto toscamente, a la imperiosa
norma.
Diferentes
garabatos fueron los de Liselund. Paseando por el parque el día de la llegada,
se quedó prendado en nuestros ojos (a fuerza de fugarse?) el oscuro bosquecillo
de viejas hayas que nos topamos en el recodo de un camino y decidimos, con su
permiso, garabatear en él.
Recogimos
montones de ramas secas de la zona y con ellas fuimos realizando diferentes
garabatos. El misterioso ambiente del hayedo invitaba a abandonar la idea de dar un
sentido a las composiciones, así que dejamos que fueran las propias formas de
los palos quienes fuesen dibujándolas. Una vez acabadas, fuimos albergándolas
entre las hayas a base de atarlas a sus troncos sin otra intención que la de que
fuesen algo visibles. No demasiado, sólo lo suficiente como para que resaltaran
la inquietante atmósfera del lugar.
Se supone que
fue entonces, al acabar de garabatear y paseando por una tranquila carreterita
del lugar, cuando sucedió lo de la bici. Pero eso es mucho suponer, ya se sabe que
lo fugaz no queda registrado en los calendarios.
*Este proyecto
se inauguró el día 15 de mayo en el parque de Liselund y el 16 en el de
Reventlow y se podrá visitar hasta el 15 de setiembre. La organización e
iniciativa corrieron a cargo de Jette Mellgren y Jan Johansen. Si quieres ver algunas
de las obras pincha aquí.