Despiertas y no entiendes nada. ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy? ¿Cómo he venido a parar aquí? Una voz desconocida y muda te invita a quedarte y aceptas como quien acepta un empujón a un precipicio. Estás rodeado de cestos, de libros sobre cestos, de apuntes, fotos, vídeos sobre cestos y cesteros. Podrían haber sido cacharros de barro o libros de mística, pero es lo que hay, igual de extraño que cualquier otra cosa. No sabes cómo ha llegado todo eso aquí pero diríase que tiene algo que ver contigo, al fin y al cabo están en este mismo lugar donde te has despertado y no hay nadie más. Por la ventana, campos labrados y un bosquecillo de chopos rebozándose entre la bruma y el silencio. Les preguntarías a ellos por tu extrañamiento si no fuese porque ya te están respondiendo con el suyo propio. Hermanos chopos. Sientes que te rebrota el bebé que alza su dedito sin señalar a sitio alguno, que abre los ojos sin saber qué ve, que por nada ríe de nada y que siente estas palabras ajenas a él.
2 comentarios:
Que bella forma de describir lo que se siente cuando te has dado cuenta lo que somos y como llegamos. Tal cual amigo. Allí o aca por el sur se vive igual.. un día alguien quería visitar mi taller y me preocupe mucho porque dije yo no tengo taller y mi hijo fue quien tan clarito como tu dijo:mama no tenemos casa todo es taller...ja.. gracias Carlos por esa forma tan poética de describir el ser cestero....
¿Cestero? :)
Muchas gracias por tu comentario Grace.
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