viernes, 29 de octubre de 2010

Curso de bandejas

Hace un rato acababamos el curso titulado "Zarzo, Celta y Cul de Queixal" que nos ha llevado las tardes de toda esta semana. Entre los alumnos, algunos que ya habían trabajado un poco el mimbre y otros que no. Comenzamos el lunes con las bandejas "Celtas" (a falta de otro nombre mejor, así las bautizamos) trabajando por parejas: los 'experimentados' tienen una mayor facilidad para realizarlas y les quedan mejor. En los días sucesivos seguimos con el "Cul de Queixal" y finalmente con el "Zarzo". Son piezas relativamente fáciles que ayudan a que las diferencias entre unos alumnos y otros se vayan limando; parece como si la dinámica de grupo se fuese imponiendo sobre las peculiaridades personales hasta hacer que las cestas de unos y otros vayan diferenciandose cada vez menos, al menos en cuanto a calidad de ejecución se refiere. Varas entretejiendose. Gentes entretejiendose. El miercoles habíamos realizado todas las bandejas programadas y nos quedaban dos días para repetirlas. Propongo que, el que lo desee, haga innovaciones sobre ellas. Risas. "Impensable. Qué vamos a hacer, no se nos ocurre nada" La propuesta queda en el aire y pasamos a repetirlas sin más. Poco después uno que se inventa una variación sobre combinación de colores en la "Celta"; al rato otro comenta que ha pensado cambiar la forma de una pieza y hacerla en S en lugar de U,....y así, sin pretenderlo, comienzan a surgir las 'variaciones'. El último día, como si de un pequeño 'frenesí' creativo se tratase, el grupo en general se anima a hacer cosas nuevas o jugar con las aprendidas.
Se hace, haciendo. Nadie pretendió que el grupo tomase determinada dinámica y que ella fuese imprimiendo su sello en las piezas de unos y otros, en la inventiva, en el ánimo y que, por unos ratos al menos, cada uno pudiera olvidarse un poco de su condición personal para saborear algo de eso tan liberador que es lo común, lo que no es de nadie y la creatividad que de ahí surge. Estas cosas no se pueden programar, lo único que se puede hacer es no impedirlas.
Fotos: Dos piezas realizadas en el curso.

sábado, 16 de octubre de 2010

Corozas

Muy pocos quedan ya que sepan hacer una coroza y son muy mayores. ¿Coroza? Sí, ese atuendo que parece sacado de la noche de los tiempos y que podeis ver en la fotografía. Con él, hasta hace sólo unas decenas de años, pastores y labradores de Galicia y norte de Portugal se cubrían de fríos y lluvias. Casi un milagro que haya llegado hasta hoy, no sólo como pieza, sino en el saber hacer de algunos campesinos perdidos, normalmente, en las sierras más apartadas del noroeste peninsular. Y ahora, esta 'joya', este conocimiento desaparece sin que a nadie o casi nadie parezca importarle.
Hace unos años impartí un curso sobre corozas, fué bien, pero habría que hacer más, bastantes más; y recoger, si aun estamos a tiempo -no es suficiente con lo que, en su momento, pude incluir en mi libro-, todos los testimonios posibles de aquellos que todavía sepan fabricarlas. ¿Por qué? No sé, ¿hace falta saberlo? Agradeceré cualquier información que me podais facilitar sobre gente que aun recuerde hacerlas o tenga alguna, etc.

domingo, 10 de octubre de 2010

Nubes

Hace unos días nos dejó Miguel Angel Velasco, poeta y amigo. Vayan desde aquí estos versos, de quien tan poco creía en autores, a entrelazarse entre mimbres, cestos y cielos también. Hasta otra, Miguel Angel.
LAS NUBES
Yo no os había visto hasta aquel día,
iba bajo vosotras sin saberos,
decía acaso nube con descuido
o bien cogía una para un verso
como pañuelo claro en el andén
de la memoria; pero no os veía.
¿Qué haría mientras tanto; en qué comercio
oscuro me andaría con el sueño;
en qué mina de olvido, en qué caldera
apilaba el carbón de la desdicha;
por qué calles sin cielos vagaría
mirándome las puntas polvorientas
de los tristes zapatos, o con qué
visera amarga malogré mis ojos;
qué amor amargo los tenía presos
en espejos de sed, que no veía
las luminosas nubes?

martes, 5 de octubre de 2010

De Salt

Hubo llenazo, de cesteros y de público. Muchos que recargaron pilas y otros que las descargaron: viendo y aprendiendo cosas diferentes; soltando informaciones, ocurrencias y novedades. Entre los participantes, además de los amigos catalanes, había cesteros franceses, rigurosos siempre en sus técnicas con el mimbre y el castaño; inglesa, Sally Goymer, de exquisita precisión en su mimbre; danesas jugetonas con el diseño que trajeron piezas realizadas con cortezas, mimbres y todo tipo de cables de colorines; italianos -muchos- con cañas, castaño, mimbres, juncos, y alegría; gallegos contundentes con el castaño y andaluces que hacen filigranear incluso al palmito.
La exposición y la conferencia de Jette Mellgren (cestera danesa invitada especial de este año) fueron muy interesantes. La primera se centró en tres tipos de piezas: cestos realizados con cables reciclados que, debido a la técnica de elaboración y al propio material permiten modificar su forma según la necesidad o gusto. Vestidos pensados para una colección colectiva y, finalmente, nidos inspirados en nidos. La conferencia hizo un recorrido por la cestería danesa, breve en cuanto al pasado debido a las pocas informaciones que se tienen y más extensa por lo que toca a la actualidad en la que, cestería, es equivalente a nuevas formas tanto en objetos como en grandes construcciónes a partir de técnicas 'importadas' en los últimos años a través de cesteros ingleses, franceses, etc.
También hubo certamen, el premio se lo llevó Antonio Rodriguez con un bolso exquisito tanto en diseño como en elaboración. Pero la cosa fue reñida, había mucha calidad en la mayoría de las cestas. El jurado (podían inventar otro nombre más bonito, ¿no?) estuvo de acuerdo en casi todo pero especialmente en que todas las piezas son igual de respetables y que esto de premiar es fundamentalmente por animar a la gente a hacer cosas por el gusto de hacerlas especialmente bien.
Y, qué más os cuento. Pues que, como es habitual en esta feria, la organización (nuestra enhorabuena a Carles Sabat por su excelente disposición en todo momento), proporciona a los cesteros una casa de colonias donde alojarnos, cenar, desayunar y en la que, de paso, charlamos hasta las tantas en tantos idiomas como podemos. El sábado se organizó un fiestón con cuentacuentos políglota y bailoteo hasta las mil en el que, cómo no, aprovechamos para reirnos con ganas de tánto cesto, cestero, cestería y cesterismo.
Arriba, foto de la pieza ganadora del Certamen. Pincha en ella para ver otras.