domingo, 12 de octubre de 2025

Próximos cursos

 TALLER DE CALZADO VEGETAL

Invitado por @serfenta  impartiré un taller sobre 'Tesira tigasdant' (sandalias tradicionales del Rif, Norte de Marruecos) los días 18 y 19 de octubre en sus instalaciones de Cieszyn (Polonia). El horario será de 10 a 13 y de 14 a 18 horas, y el programa el siguiente:

Primera jornada:
- Presentación, con proyección de fotografías, de la cestería popular española. Coloquio.
- Taller de elaboración de las sandalias.
Segunda jornada:
- Presentación específica, con proyección de fotografías, de la cestería de esparto. Coloquio.
- Continuación del taller de alpargatas.
- Proyección de mi documental “Parece que estamos dos en el mundo”. Coloquio.
Interesados dirigirse a @serfenta

Este mismo programa tendrá lugar los días 21 y 22 en la Fine Art Academy de Katowice dirigido a estudiantes de la misma.

En la fotografía, Khadej, mi maestra de Bades (Rif), realizando las sandalias.


CURSO DE CESTERÍA DE LÁMINAS DE MADERA. CESTA.

En este taller elaboraremos una/dos cesta/s tradicional/es de lámina de castaño siguiendo técnicas del norte peninsular. 

Lugar- Selaya (Cantabria)

Fechas- 8 y 9 de noviembre.

Más información y reservas-  Tfno: 652779660. (María).



CURSO DE CESTERÍA DE LÁMINAS DE MADERA. MOCHILA.

Taller dedicado a la elaboración de mochilas de castaño. 

Lugar- Santander

Fechas- 22 y 23 de noviembre

Más información y reservas- https://www.broteartesania.es/mochilacastao


Comerse a los muertos

 


“A los muertos… lo que hay que hacer es comérselos; comérnoslos, y dejar que tal vez, si con algo de suerte los digerimos bien, podamos criar en nosotros algo del veneno que ellos tenían”, decía mi querido maestro Agustín García Calvo. Y este cesto, en el que la vida y la muerte se confunden, está para comérselo. Como al abuelo o abuela que, en cualquier rinconcillo de su casita de pueblo, algún día de invierno selecciono unas pajas te trigo, las tiñó, y pacientemente fue tejiéndolo tal vez sin otra intención que la de pasar el tiempo. Cuántas cosas más tarde, canastito, tu escucharías, verías pasar, posar en tus adentros, guardar y ofrecer.  Que los angelitos que durante todo este tiempo te han velado sigan haciéndolo y te libren de acabar algún día en un basurero cualquiera o en uno de esos mortuorios culturales que reinan por todo lo alto llenos de urnitas de cristal, pedestales y grandes focos. Que, custodios de lo bueno como son, te acompañen hasta algún rincón de casa humilde como aquélla en la que naciste. Tal vez entonces, a fuerza de pasar al lado tuyo, los que por allí moren te vayan viendo, tocando, oliendo, ‘comiendo’ sin apenas darse cuenta y, de esa discreta manera, críes en su corazón la huella del ancestral esmero, cariño, paciencia… De esos venenitos que te hicieron y en ti quedaron latiendo.

 

Con agradecimiento a David @doydasdavid que tuvo la suerte de encontrarlo en una casa abandonada de La Muela (Soria), la sensibilidad de recogerlo y la generosidad de regalármelo. 




Neolenguaje cestero

 


Ha llegado a la cestería (hace algún tiempo ya) el lenguaje pedante, insípido, feo. Llamar al pan, pan y al vino, vino, no vende. Lo que se impone actualmente, si se quiere alcanzar cierto ‘nivel’, no es anunciar o explicar cualquier actividad/producción más o menos cestera con palabras comunes y corrientes, sino que eso tiene que ir engolado con mucha literatura fatua, mucho inglés y mucho palabro -véanse, además de los ‘ismos’ de moda, cosas como transversalidad, tendencia, prospectiva, propuesta, sostenibilidad, sinergia,… La guinda del pastel la suele poner el manido término ‘la excelencia’, palabra ésta que ya está más que denunciada: “Lo mejor” –‘la excelencia’, que se dice ahora- “es enemigo de lo bueno”. Eso sin contar con que lo que se categoriza de ‘la excelencia’ no suele tener mayor mérito que el de cumplir con las expectativas de un mercado más o menos elitista, es decir, ése que se mueve por Firmas y en el que la Firma lo es todo. 

 

Pero por debajo de toda esta superficialidad, más profundo, a lo que ese lenguaje insípido va encaminado, es a asimilar y hacer inocua una actividad (la realidad está hecha de palabras), unos conocimientos, objetos, etc., que, al haberse mantenido hasta ‘ayer’ un poco al margen de ese mercadeo por lo alto y de sus servidumbres, aún podía disfrutarse más o menos porque sí.  “Esto no tiene precio”. “Se ha pasado el tiempo volando”. “No me puedo creer que lo haya hecho yo”, son cosas que dice mucha gente cuando hace sus primeros cestos y que, de alguna manera, evidencian que estas artes, ejercidas así, sin saber muy bien por qué, podían dar un respiro de ¿libertad? y poner en entredicho ese esclavo mundo regido por el tiempo contado, el dinero y la creencia en la autoría como dioses intocables.

 

Pero no. De lo que va esto es de haber encontrado en la cestería un nicho de mercado, como siniestramente se dice, y actuar en consecuencia: en los nichos, ya se sabe, todo es lo mismo, muerte. Así que, llegados aquí, que determinada cosa se destine al mercado de ‘la excelencia’, al del Arte o al del ‘todo a cien’ carece ya de importancia: unos y otro se complementan y cumplen con la función, tanto de sostener este mundo pobre de lo vendible, como la de atropellar cualquier resto que pueda quedar por ahí de lo bueno, lo que da placer, lo que no se vende. Cómo, particularmente nos las veamos con esa herida abierta: ¿Vender? ¿Venderse? ¿Mucho? ¿Poco?, ya es harina de otro costal.