Se trababa de reunirnos dos días y aprovechar el impulso del barro, la paja y alguna de las técnicas que ceramistas y cesteros emplean, para enredar unas con otras y ver qué producían.
Entre concentración, conversación y risas fueron saliendo cosas, bonitos objetos plasmados en arcillas y centenos que parecían estar invitando a otros a la fiesta y que sólo por falta de tiempo no pudieron 'acudir'.
Esta experiencia ha sido un guiño de complicidad entre dos actividades que, si logramos reunir más a menudo y con más tiempo, pueden descubrirnos objetos, construcciones y nuevos campos de producción muy interesantes. Confiemos en que sea posible.